El oficio del molinero era duro y muy temporal, requería de una gran fortaleza física para acarrear el cereal y la harina o mover las piedras cuando era preciso, y se realizaba en épocas muy concretas del año, tras la cosecha fundamentalmente, y sólo aquellas jornadas donde el viento era propicio para moler que podían ser de varios días seguidos. |