Restos visigodos de la cripta de San Antolín (siglo VII). Aquí, según la tradición, penetró el rey Sancho de Navarra persiguiendo a un jabalí y, cuando iba a atravesarle con su venablo, sintió el brazo paralizado. Al darse cuenta de la santidad del lugar se arrepintió de su profanación y recuperó el movimiento del brazo. |