Las Hurdes fue durante mucho tiempo sinónimo de pobreza, enfermedad y de relatos escalofriantes plagados con espíritus diabólicos y brujas.
Hoy en día, sin embargo, la zona se ha despojado de sus peores defectos y a pesar de haber perdido parte de su pintoresquismo ofrece un puñado
de pequeños y austeros pueblos ubicados en escalonadas laderas a lo largo de un par de valles.
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